La metófora de los monos (escrita por Ana Zabaleta), nos muestra un claro ejemplo de lo que puede ocasionarnos el temor a hacer
algo cuando no existe ese motor que nos impulsa a tomar decisiones como es “la
audacia”, provocando un contagioso y perturbador estancamiento, del cual muchas
veces no conocemos ni el por qué, cuándo, cómo de su origen. Les sonará muy familiar . . .
“Un grupo de científicos colocó cinco monos en una jaula en cuyo centro
colocaron una escalera y, sobre ella, un montón de bananas. Cuando un mono subía la escalera para agarrar
las bananas, los científicos lanzaban un chorro de agua fría sobre los que
quedaban en el suelo. Después de algún
tiempo, cuando un mono iba a subir la escalera, los otros le golpeaban, hasta
que llegó un momento en que ningún mono subía la escalera a pesar de la
tentación de las bananas.
Entonces, los científicos sustituyeron uno de los monos, y lo primero que hizo el nuevo individuo fue subir la escalera, siendo rápidamente bajado por los otros, quienes le propinaron una gran paliza. Después de algunas palizas, el nuevo integrante del grupo ya no subió más la escalera, aunque nunca supo el por qué de tales palizas.
Entonces, los científicos sustituyeron uno de los monos, y lo primero que hizo el nuevo individuo fue subir la escalera, siendo rápidamente bajado por los otros, quienes le propinaron una gran paliza. Después de algunas palizas, el nuevo integrante del grupo ya no subió más la escalera, aunque nunca supo el por qué de tales palizas.
Un segundo mono fue sustituido, y ocurrió lo mismo. El primer sustituto
participó con entusiasmo de la paliza al novato. Un tercero fue cambiado y se
repitió el hecho, lo volvieron a golpear. El cuarto y finalmente el quinto de
los veteranos fueron sustituidos.
Los científicos quedaron entonces con un grupo de cinco monos que, aún
cuando nunca recibieron un baño de agua fría, continuaban golpeando a aquel que
intentase llegar a las bananas.
Si fuese posible preguntar a algunos de ellos por qué le pegaban a quien
intentaba subir la escalera, con certeza la respuesta sería: <<No
sé, aquí las cosas siempre se han hecho así.>>“
No se trata de erradicar totalmente el miedo de nuestras
vidas, querer ser audaz y lograr un paraíso como hábitat natural; el miedo es
parte de nuestra existencia humana, no lo podemos ignorar ni menos extinguir, es
allí de donde extraeremos la dósis de esfuerzo que nos inducirá precisamente a
superar el efecto que provoca en nuestra existencia.
¿Es el miedo lo que nos estanca? |
De hecho podemos y tenemos que sobrevivir con el miedo y tal
vez muchas veces optemos por el camino fácil, escondernos y esperar a que pase
todo lo que nos asusta, o tal vez muchas otras, auxiliadas por el motor de
nuestra audacia, aprendamos a reconocerlo, aceptarlo, enfrentarlo y seguir
adelante.
Es necesario explicar, que una persona audaz no es aquella a
la que de forma repentina e imprudente le aflora un arranque de valor o atrevimiento
irreflexivo, determinando que actúe sin pensar motivada por las emociones y la
adrenalina del momento, como cuando decidimos rescatar a alguien que esta en
peligro en un incendio; por el contrario
es la que rebusca en el baúl de los
tesoros más preciados que tiene y saca
sus fortalezas a relucir con su mejor armadura, sobre exigiéndose un tiempo de
análisis para pensar, analizar, recapacitar, entender lo que sucede y tomar buenas
decisiones, pero . . . ¡tomarlas! con atrevimiento y perseverancia.
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